martes, 13 de noviembre de 2012


EL PROCESO DE PERSUASIÓN

Burgoon y Miller (1986) desarrollaron un modelo de comunicación que refleja cómo se produce la acción persuasiva; estableciendo que son múltiples los resultados que definen el éxito o el fracaso de cualquier intento de persuasión.
La primera etapa de este modelo, se encuentran los componentes que forman las actitudes de los individuos que se pretenden persuadir:
1)sistema de creencias, serie de nociones que permiten reconocer si una
declaración es verdadera o falsa;
2) declaración de opiniones, reacciones
evaluativas acerca de lo que es bueno o malo;
 3) valores, nociones más duraderas sobre la bondad y la maldad y que representa la mayor guía en el comportamiento. De éstas, probablemente, las creencias son el componente cognoscitivo más susceptible de cambiar.

En la segunda etapa surgen las acciones persuasivas, y en consecuencia, las posibles alteraciones de las creencias, opiniones y valores de los receptores que se han visto directamente influenciados. Para lograr las transformaciones esperadas, el persuasor utilizará tres estrategias comunicativas: descontinuación, conversión y disuasión.
En la primera fase, descontinuación, resulta frecuente que el persuasor se enfrente a un público hostil que no está de acuerdo con la posición defendida por él. Mientras el persuasor defiende “y”, el público cree en “x” o al menos, no en “y”. Por ello, la estrategia consiste en reducir la hostilidad, la abierta oposición, y procurar que los receptores escuchen la otra posición; crear dudas en las creencias, opiniones y valores que hasta el momento poseen los receptores.
En la fase de conversión, el público receptor estará formado por los incrédulos, por aquellos que no adoptan ninguna actitud respecto al tema por estar desinformados, y los apáticos. Frente a este panorama es claro que el persuasor deberá adoptar diferentes mensajes persuasivos para convertir a los incrédulos, informar a los desinformados e interesar a los apáticos; no obstante, si se quiere que los distintos grupos acepten la posición del comunicador, éste deberá revisar las conductas y actitudes previas de cada
grupo y tratarlos en forma independiente.
Finalmente en la fase denominada disuasión, el persuasor intentará reforzar e intensificar las actitudes y conductas que están presentes en los receptores.
Al analizar el proceso persuasivo resulta inevitable fijar la atención en los elementos primarios de toda actividad comunicativa: fuente, mensaje, canal y receptor; los que a su vez son las variables que harán del acto comunicativo una buena o mala acción persuasiva.

3.2.1. La fuente en el proceso de persuasión
De acuerdo a Burgoon y Miller, es posible clasificar como buenos y/o malos a los persuasores; sin embargo, no existen pautas claras que determinen el éxito, o en oposición, el fracaso de las acciones. A pesar de ello, y basándose en investigaciones acerca de la comunicación, los autores identifican algunas habilidades de los comunicadores que podrían ser útiles al momento de persuadir. (Burgoon y Miller en Fernández, 1986:235).
Credibilidad de la fuente. Esta característica de la fuente es conferida por el receptor, es decir, no es una cualidad inherente al emisor, por el contrario es el público quien la otorga o la niega. Cabe indicar que para tomar esta decisión las personas evalúan lo siguiente: capacidad o conocimiento del tema por parte de la fuente; carácter o grado de confiabilidad y honestidad que emane de la fuente; compostura o habilidad para permanecer sereno especialmente en situaciones tensas; sociabilidad y extraversión.

Atracción. Según las investigaciones, quienes se atraen entre sí dedican más tiempo a comunicarse y se tornan similares en creencias, opiniones, valores y conductas. El resultado de los estudios señalan que existen tres factores que determinan la atracción hacia el otro: una atracción social, física y por la tarea que realiza la persona.

Similitud: Cierto grado de similitud (edad, educación, identidad cultural o étnica, posición económica) entre la fuente y el público permite una comunicación más eficaz. Sin embargo, en algunas ocasiones se busca a gente de cualidades distintas para solicitar consejo, por ejemplo, “un comunicador hábil trabajará para reducir las diferencias cuando ellas inhiben su habilidad para influir a otros, a la vez que señalará las diferencias en conocimiento o capacidad que sean favorables a la fuente, para que el público escogido adopte la posición deseada”. (Burgoon y Miller en Fernández, 1986:238).

Poder. Este poder implica la habilidad para controlar conductas, obtener sumisión y a menudo, cambiar creencias, opiniones y valores. Se pueden reconocer algunos tipos: poder coercitivo o poder para recompensar, es la facultad que tiene la fuente para castigar a quienes no cumplen con sus demandas; poder referente, utilizado cuando se pide que alguien haga algo por la fuente; poder del experto, quienes poseen conocimientos superiores tienden a tener poder para influir; poder legítimo, es la creencia de que la fuente tiene derecho a influir y controlar comportamientos.

3.2.2. El mensaje en el proceso de persuasión
Basándose en Toulmin (1959), los autores Burgoon y Miller sugieren que todos los argumentos persuasivos contienen tres componentes: demanda, garantía y datos. (Toulmin, 1959 en Burgoon y Miller en Fernández, 1986:242).
Demanda es cualquier aclaración implícita o explícitamente establecida que el persuasor quiere que su público acepte; de ellas, habría tres tipos según los grados de alteración que se desea alimentar en el receptor.
“Una política de demanda apela a un curso de acción específico (está concebida para producir cambio en conductas abiertas). Una demanda de hecho sostiene la existencia o inexistencia, la verdad o falsedad de ciertas cuestiones (está concebida para modificar las percepciones o conocimientos).
Una demanda de valor dirige la evaluación a un concepto o acción (concebida para modificar el efecto)”. (Burgoon y Miller en Fernández, 1986:242).
Una garantía es una creencia general o actitud establecida en apoyo de la demanda, es decir, una razón general por la que el público debe aceptar una demanda.
En cuanto a los datos, éstos están compuestos de creencias específicas establecidas en apoyo a una demanda, y conectadas a la demanda por medio de la garantía. Los datos utilizados pueden ser de tres tipos: de primer orden, que tienen relación con las creencias o hechos que tienen en común el persuasor y su público; de segundo orden, que son las
creencias promovidas por el persuasor, pero que no han sido aceptadas previamente por el público; y las de tercer orden, que suelen denominarse evidencias y se refieren a información que proviene de una tercera persona ajena a la transacción de comunicación inmediata.
Sin embargo, para que éste último tipo de dato (evidencia) sea eficaz para el persuasor debe poseer algunas características, como por ejemplo, ser novedoso para el público y pertinente respecto a la demanda.
Por otra parte, existen ciertos componentes del mensaje que se utilizan para el proceso de creación de cambios en los receptores. Entre ellos, la utilización de los mensajes laterales, esto significa que cada expositor debe anticipar que para cada argumento puede haber una contraposición, oposición a las garantías y tal vez, información conflictiva, por ello, el persuasor deberá decidir si aceptar o no la utilización de estos argumentos.
Los mensajes unilaterales ignoran los argumentos que se le oponen, mientras que los mensajes bilaterales presentan los argumentos desde ambos puntos de vista, pero se dirige a la conclusión de que la demanda del expositor es la más aceptable de las dos.
De esta forma, si el expositor se encuentra en la fase de disuasión del proceso de persuasión, sería conveniente utilizar un mensaje unilateral para reforzar las actuales actitudes del público. No obstante, si el expositor está buscando la descontinuación, sería bueno utilizar un mensaje bilateral y así disminuir la hostilidad inicial.
Un segundo componente sería la estructura del mensaje. Existen varias características estructurales que pueden ser manipuladas para aumentar la persuasión en los intentos de influencia. Por ejemplo, al momento de enfrentar una posición unilateral, ¿qué deberá presentarse primero, el problema o la solución? Lo oportuno sería demostrar que existe un problema para así después entregar la solución. En cuanto a los mensajes bilaterales,
surge la interrogante al cuestionarse qué se presenta en primera posición, los argumentos que el expositor desea sean aceptados por el público o los argumentos que quiera refutar. Al respecto, la estructura más eficaz para el persuasor sería el presentar los argumentos propios, y luego los contrarios.
En este nivel, también es necesario definir cuáles son los puntos en donde existe acuerdo entre el persuasor y el público, y los puntos en donde no. En este caso la estrategia más inteligente consistiría en empezar el mensaje por aquello en donde existe acuerdo; con esto, surge la posibilidad de que el público comience a simpatizar con el persuasor y aumente la percepción de similitud, lo que haría más factible la persuasión final.
El tercer componente tiene relación con los mensajes que utilizan argumentos racionales y/o argumentos emocionales. Frente a estas dos alternativas, cabe preguntarse qué es más influyente; la razón o la emoción.
La respuesta depende de la audiencia. David Myers sostiene que las personas bien educadas o analíticas son más sensibles a las apelaciones racionales que las personas menos educadas o menos analíticas, quienes se dejarían llevar más por el agrado que les despierta el comunicador. Por otra parte, existe el efecto de “los buenos sentimientos”, el cual determina que los mensajes son más persuasivos cuando se les relaciona con estas pasiones.
“(…) Con un buen estado de ánimo, las personas ven el mundo a través de lentes color de rosa. También toman decisiones más rápidas y más impulsivas. (…) Debido a que las personas infelices rumian más antes de reaccionar, son guiados con menos facilidad por argumentos débiles”. (Myers, 1995:271-272).
Otro componente sería la apelación al miedo, cuya herramienta para la persuasión es la intimidación. “(…) Las apelaciones al miedo que señalan severas e inmediatas consecuencias de la desobediencia son más eficaces que aquellas que se enfocan a efectos retardados o a largo plazo; también las apelaciones al miedo apoyadas con evidencias tienen más posibilidades de ser eficaces que aquellas que no aportan evidencias. (…) Finalmente, las apelaciones al miedo que incluyen la afirmación de que la desobediencia resultará perjudicial para los seres amados del receptor tienen mejores probabilidades de éxito que los recursos oratorios cuyas amenazas se dirigen solamente al receptor”. (Burgoon y Miller en Fernández, 1986:245-246)

Como últimos componentes, Burgoon y Miller presentan la intensidad del lenguaje y el lenguaje dogmático. El primero de ellos se refiere al grado de desviación que posee el mensaje de una declaración neutral. Es decir, manipular la intensidad del lenguaje por medio del uso de calificativos que indican la extremosidad de una posición, (por ejemplo, “esta es una idea muy buena”, por sobre “esta es una idea buena”). También el uso de calificativos que indican certeza influyen en los receptores, (por ejemplo, “ciertamente éste
es el mejor curso de acción”). Por otro lado, los mensajes que usan metáforas, especialmente aquellos que tienen connotaciones sexuales o de violencia, se consideran altamente intensos, (“las políticas económicas actuales están violando a los pobres”).
Por su parte, el lenguaje dogmático contiene dos mensajes: la actitud de la fuente hacia el tema y la actitud hacia la gente que está o no está de acuerdo con la fuente. “La declaración, ‘México es un hermoso país, y cualquiera que piense de otra forma es un idiota”, sería considerada dogmática, ya que contiene el enunciado persuasivo (México es un hermoso país) y la actitud de la fuente hacia aquellos que no estén de acuerdo con la
afirmación (…es un idiota)”. (Burgoon y Miller en Fernández, 1986:246).

3.2.3. El canal en el proceso de persuasión
De acuerdo a Myers, los estudios sobre la persuasión demuestran que la mayor influencia sobre actitudes y creencias importantes no son los medios masivos de comunicación sino nuestros contactos personales. Sin embargo, no debiese subestimarse el poder de estos.
“Aquellos que influyen de manera personal -en- nuestras opiniones deben obtener sus ideas en alguna parte, y con frecuenc ia sus fuentes son los medios masivos. (…) Gran parte de los efectos de los medios masivos operan en un flujo de comunicación de dos pasos: de los medios masivos a los líderes de opinión y de éstos a las masas”. (Myers, 1995:280).
Sin embargo, y a pesar del respeto que esta hipótesis provoca en los investigadores, existen algunas variaciones de ellas, que son factibles de revisar. De acuerdo a Jorge Xifra (1972) las variantes introducidas limitan relativamente la función de los líderes de opinión. “Los mensajes informativos llegan directamente a sus destinatarios a través de los medios de comunicación, y en segundo momento, una vez que la información ha sido
recibida por el público, intervienen los líderes de opinión, mejor informados, no para difundir los mensajes, sino para comentar, corregir, ampliar o interpretar las noticias ya conocidas por sus interlocutores, con miras a conseguir los propósitos perseguidos”. (Xifra, 1972:253). Por otro lado, Myers indica que no debiesen agruparse en un sólo concepto a los medios de comunicación ya que su nivel de persuasión difieren entre sí. “(…) Estudios que comparan los diversos medios masivos han comprobado que mientras más parecido a la vida es el medio, más persuasivo es el mensaje. Por lo tanto, el orden de la persuasión parece ser: en vivo, videograbado, audiograbado, y escrito. Pero para aumentar la complejidad, los mensajes son comprendidos y recordados mejor cuando son escritos”. (Myers, 1995:281).
3.2.4. El receptor en el proceso de persuasión
Existen algunos factores de los receptores que el persuasor deberá considerar al momento de lograr una persuasión exitosa. Uno de ellos sería el análisis demográfico, investigaciones indican que a más edad del público menores son las posibilidades para persuadirlo; además, se ha expresado que el sexo del receptor es importante para predecir la persuasibilidad. “(…) Las mujeres son más persuasibles, o para decirlo de otra manera, los hombres son más resistentes al cambio”. (Burgoon y Miller en Fernández, 1986:240).
Análisis de personalidad. Resultará de utilidad reconocer a los receptores como individuos únicos, cuya personalidad será clave en la respuesta que darán frente a los intentos de influencia. Por esto es prudente revisar tres aspectos de la personalidad que son posibles de relacionar con una susceptible influencia: dogmatismo, autoestima y ansiedad. El primero es definido como un sistema cerrado de creencias o incredulidades acerca de la
realidad, lo que no facilitaría la labor del persuasor. En segundo término, quienes poseen una baja autoestima son conformistas, tienen poca confianza en sus opiniones y son más fáciles de persuadir. Finalmente, las personas con ansiedad crónica tienden a rechazar los mensajes que produzcan más ansiedad; por ejemplo, los mensajes sobre temas de salud, guerra y familia no deben intentar asustar a personas que ya de por si están preocupadas por el futuro, exponerlos a este tipo de mensajes sólo provocaría el alejamiento del comunicador. (Burgoon y M

III UNIDAD: Comunicación Masiva
PROPAGANDA



El término “propaganda” procede del latín propagare que aludía a la práctica del jardinero de introducir en la tierra los brotes frescos de una planta para multiplicarla. Hoy son muchas las definiciones existentes sobre la ella. El diccionario de la Real Academia Española la describe como “la acción o efecto de dar a conocer una cosa con el fin de atraer adeptos o compradores”.

Veamos algunas definiciones del ámbito académico:

Kimball Young
“La propaganda es el uso sistemático más o menos deliberadamente planeado de símbolos, principalmente mediante sugestión y técnicas psicológicas similares, con la intención de alterar y controlar opiniones, ideas, valores y, en última instancia, cambiar acciones públicas con arreglo a unas líneas predeterminadas. Se mueve en una estructura determinada sin la cual no pueden comprenderse sus aspectos psicológicos y culturales”
Críticas: El autor resalta la importancia del marco sociocultural de actuación de la propaganda, pero solo reduce la propaganda a meros símbolos. Aunque es fundamental. Young olvida que una de las armas más importantes de la propaganda es de naturaleza verbal, es la fuerza de la palabra. Ejemplo: Discurso de Hitler o de Mussollini.

Violet Edwards
 “Propaganda es la expresión de una opinión o una acción por individuos o grupos deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para unos fines determinados”
Críticas: es pobre al centrar la propaganda únicamente en una opinión o una acción, no sólo porque los mecanismos de acción son más complejos, sino porque el nazismo supuso la expresión de toda una forma de vida, de un intrincado sistema que abarcaba todos los ámbitos de movimiento de los alemanes. Hablamos, por lo tanto, de una doctrina.

Leonard W. Doob
“Propaganda es el intento sistemático de un individuo o varios de controlar actitudes y, por consiguiente, las acciones de grupos de individuos mediante el empleo de la sugestión”
Críticas: Si bien es cierto que el propagandista intenta sistemáticamente controlar actitudes, resulta más clarificador para comprender el término, atribuir la sistematicidad al uso reiterado del mensaje. Sin el empleo de la redundancia es prácticamente imposible que el discurso penetre en las mentes de los sujetos y, lo más importante, que se mantenga.

Recogiendo los aspectos más sustanciales se entiende por propaganda la acción sistemática reiterada, ejercida por medios orales, escritos o icónicos, sobre la opinión pública, con una finalidad persuasiva, principalmente mediante la sugestión y técnicas psicológicas similares, para imbuir una ideología/doctrina o incitar a la acción mediante la canalización de actitudes y opiniones, al presentarse la realidad tergiversada, seleccionada e interpretada con un reduccionismo valorativo y una carga emocional.
"De forma neutral la propaganda es definida como una forma intencional y sistemática de persuasión con fines ideológicos, políticos o comerciales, con el intento de influir en las emociones, actitudes, opiniones y acciones de los grupos de destinatarios específicos a través de la transmisión controlada de información parcial (que puede o no basarse en hechos) a través de los medios de comunicación masiva y directa."
—Richard Alan Nelson, A Chronology and Glossary of Propaganda in the United States, 1996

Etimológicamente propaganda proviene de propagar, tomada del latín propagare que significa 'perpetuar, acrecentar, extender'. Aunque a veces la palabra propaganda es usada como sinónimo de exageración, falsedad y abuso, la propaganda como tal significa expansión, diseminación, multiplicación rápida. Pero algunos autores dicen que proviene del latín moderno cuyo significado es "para ser divulgado".

Se articula a partir de un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a sus intereses. Usa información presentada y difundida masivamente con la intención de apoyar una determinada opinión ideológica o política. Aunque el mensaje contenga información verdadera, es posible que sea incompleta, no contrastada y partidista, de forma que no presente un cuadro equilibrado de la opinión en cuestión, que es contemplada siempre en forma asimétrica, subjetiva y emocional.

La propaganda puede ser difundida para o por personas, empresas, minorías étnicas, organizaciones religiosas o políticas y gobiernos a cualquier nivel. Miles de grupos con intereses específicos difunden propaganda: sociedades patrióticas, ligas antialcohol, comités de prevención de accidentes y de seguridad vial, asociaciones que promocionan la conservación del medio ambiente o que defienden los derechos de los animales, sindicatos y cámaras de comercio. Sea cual sea su objetivo, intenta la persuasión a través de los sentimientos o de la razón. El uso eficaz de los medios de comunicación es una herramienta fundamental en este sentido. El nivel de éxito de una acción propagandística está en relación directa con la dificultad que tengan aquéllos a los que va dirigida de acceder a una información alternativa.

Su uso primario proviene del contexto político, refiriéndose generalmente a los esfuerzos patrocinados por gobiernos o partidos para convencer a las masas; secundariamente se alude a ella como publicidad de empresas privadas. Propaganda, difusión de ideas e información con el fin de inducir o intensificar actitudes y acciones específicas. Dado que la propaganda con frecuencia va acompañada de distorsiones de los hechos y de llamamientos a la pasión y a los prejuicios, a menudo es considerada como falsa o engañosa. Sin embargo, este punto de vista es relativo. A pesar de que algunos propagandistas pueden distorsionar los hechos de forma intencionada, otros los presentan de forma tan fiable como cualquier observador objetivo. El alegato de un abogado puede ser tan propagandístico como el anuncio de una valla publicitaria. Incluso la educación, cualquiera que sea su objetivo, podría ser considerada en último término como una forma de propaganda. La principal diferencia reside en la intención del propagandista al intentar convencer a una audiencia de que adopte la actitud o acción que él representa.
Los avances tecnológicos de los medios de comunicación, especialmente los electrónicos, están ampliando los canales de propaganda y es probable que en el futuro tengan un enorme impacto.
La propaganda se mueve en una estructura sociocultural determinada, sin la cual no pueden comprenderse sus repercusiones psicológicas y culturales


Tipos de propaganda:

Blanca: Su objetivo es crear una opinión favorable sobre una organización, grupo o gobierno específico, como la que difundían los nazis en la década de 1930 para destacar la supremacía y la prosperidad de su país

Negra: intenta fomentar la intranquilidad y la superstición con respecto a las acciones o intenciones de otra entidad. Un ejemplo de este tipo de propaganda es la difundida durante la Guerra fría a través de las emisoras de radio, donde cada país cantaba sus excelencias y atacaba a sus enemigos


Historia

La historia de la propaganda se remonta a tiempos de Roma, época de la que data la obra del escritor Tito Livio en la que busca la adhesión a esta ciudad. Esta herramienta vuelve a ser utilizada y a expandirse gracias al impulso de la Iglesia Católica con su departamento de administración pontificia dedicado a controlar las rutas misioneras del Nuevo Mundo, es así como el 22 de junio de 1622 el Papa Gregorio XV instituye la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, también conocida como propaganda fide, con el fin de propagar el catolicismo en los continentes en vías de colonización.

Sin embargo, no es hasta la Primera Guerra Mundial cuando se institucionaliza la propaganda moderna con métodos científicos. El periodista Walter Lippmann y el relacionista público Edward Bernays (sobrino de Sigmund Freud) fueron los responsables de orquestar la primera campaña anti-alemana en Estados Unidos para que el pueblo estadounidense diese su visto bueno a la entrada de este país en la contienda.
El éxito demostró el potencial de esta herramienta como medio de control de la opinión pública, una experiencia que volvieron a poner en práctica los siguientes gobiernos estadounidenses y de la que aprendieron otros países durante la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión, la propaganda se convierte en la principal arma de guerra en el terreno de batalla tanto para la Alemania nazi como para Gran Bretaña.

Esta connotación religiosa desaparece con el uso de la propaganda por parte de los regímenes totalitarios del siglo XX (nazismo, fascismo, estalinismo). A partir de este momento, el término se asocia con el control de la opinión pública mediante medios de comunicación masivos. Posteriormente, la propaganda se vinculará con las estrategias de los partidos políticos y los gobiernos no identificados con las fórmulas de gobierno totalitarias.
En las sociedades capitalistas, el auge de la publicidad comercial y de la propaganda política han sido parejos desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Como se sabe, son las grandes empresas y expertos publicitarios los que hoy en día organizan las campañas electorales de los políticos en sus más mínimos detalles.

Ejemplos de Propaganda

Primera Guerra Mundial
El estallido de la guerra se vio favorecido por un ambiente de rivalidad internacional materializado en actitudes chovinistas y en una confianza ciega en las propias posibilidades de éxito militar. Los sectores belicistas estimularon la agresividad recurriendo al empleo de todos los medios a su alcance, entre los que destacó la manipulación de la prensa. 
La duración, extensión y rigor del conflicto debilitaron la moral, tanto de los combatientes como de la retaguardia, hecho que se intentó contrarrestar mediante el despliegue de agresivas campañas de expresión patriótica en las que se exaltaba las hazañas de las tropas al tiempo que se ridiculizaban las acciones del enemigo, calificadas por la prensa humorística como torpes y blandas. 
Los medios de comunicación (prensa y radio) pasaron a ser controlados y censurados por los gobiernos. Éstos intentaban evitar la desmoralización y el derrotismo, especialmente tras la CRISIS DE 1917.
El periodista Walter Lippmann y el relacionista público Edward Bernays (sobrino de Sigmund Freud) fueron los responsables de orquestar la primera campaña anti-alemana en Estados Unidos para que el pueblo estadounidense diese su visto bueno a la entrada de este país en la contienda. El éxito demostró el potencial de esta herramienta como medio de control de la opinión pública.


Alemania
El padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder. Una vez en el Gobierno y con las manos libres para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno.2
Usó mucho lo que hoy en día se conoce como el marketing social, ensalsando sentimientos de orgullo, promoviendo odios y en muchas ocasiones mintiendo y convenciendo de cosas muy alejadas de la realidad. Ante la necesidad de un fuerte respaldo económico Goebbels inauguró la ayuda de invierno de 1941, en ella se promovía la colaboración del pueblo y el descuento obligatorio del 10% de los sueldos. La ayuda de invierno fue un éxito y recaudó mucho. En esa temporada los chicos de las Juventudes Hitlerianas salían con huchas en mano a recaudar donaciones. Otra de las singularidades de este evento se observaba en algunos voluntarios como dibujantes rápidos hacían retratos por 2 marcos o más.3 También tuvo otra técnicas y métodos como el de hacer esperar al público alemán por las noticias en tiempos de victoria para crear un fuerte suspenso y hacer que cuando recibieran las buenas nuevas la alegría sea más duradera.4
A Goebbels se le atribuye mucho de propaganda moderna, entre ellos sus 11 principios:
1.       Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2.       Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3.       Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».
4.       Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.       Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
6.       Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
7.       Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.       Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9.       Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.     Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11.     Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
Este mensaje propagandístico nazi se basaba en una lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo, anticapitalismo y antisemitismo. El primer elemento de esta negación de valores consistió en rechazar la organización política de las democracias y de la Unión Soviética, como fórmulas infectadas de corrupción , argumentando que la democracia deriva en comunismo, desorden y pérdida de las tradiciones, frente a la forma propuesta por el fascismo-nazismo basada en priorizar el Estado por encima del individuo, el orden emanado de un líder y la defensa de las tradiciones nacionales. El segundo de los elementos, el anticapitalismo, acusaba al libre mercado de ser el desencadenante del paro y de la crisis económica que hundía a Alemania. Esta retórica se dirigía a la infraclase (el lumpeng), a las capas medias y al pequeño empresario, pese a que en la práctica su política económica consistió en una conjunción entre la nacionalización de empresas y la connivencia con los más grandes capitalistas del sector industrial.
El tercer postulado del aparato mediático nazi fue la afirmación de que la raza aria era superior, una defensa que buscaba en la comunidad judía el chivo expiatorio de la desgracia alemana. En concreto, atacaba a los banqueros judíos como los responsables de administrar las reparaciones de guerra impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el objetivo real de este discurso era barrer las diferencias grupales entre alemanes y construir una identidad enfrentada al "otro" o "enemigo común" mediante el odio étnico.


Propaganda durante la Guerra Civil española
La Guerra Civil española constituye un verdadero hito, fue la antesala de la Segunda Guerra Mundial, donde se pondrían en práctica los elementos persuasivos más importantes. La Primera Guerra Mundial había significado el nacimiento de la propaganda sistemática por parte de los estados más poderosos. La Segunda Guerra Mundial será claramente el ejemplo del poderío de la persuasión de masas en un conflicto. Pero la Guerra Civil española, como antecedente de la Segunda Guerra Mundial en el terreno político-ideológico y también en el militar, lo es también en el terreno de la propaganda. Con respecto a la Gran Guerra hay muchos elementos de continuidad. Así, el uso de los carteles, el cine informativo, desfiles, actos, folletos, opúsculos, utilización de la prensa escrita, etc. Sin embargo, aparecen dos elementos nuevos. Por un lado, el cine sonoro, por otro, la radio. Ciertamente, el sonido en el cine no añade demasiado al uso propagandístico que de este medio de comunicación se había hecho ya en la Primera Guerra Mundial. Pero no podemos dejar de constatarlo. La radio, en cambio, sí es una novedad absoluta. La radio cumplía el viejo sueño napoleónico de llevar los mensajes más allá de los frentes. La Segunda Guerra Mundial y todos los conflictos subsiguientes hasta nuestros días han demostrado este papel protagonista de la radio como arma de guerra en los conflictos armados.

Propaganda durante la Guerra Fría
La Guerra Fría (1946-1989) corresponde a un largo tiempo de oposición y tensión entre las dos principales potencias mundiales de la segunda mitad del siglo XX: Estados Unidos y la URSS, que representaban a la forma de gobierno capitalista y comunista, respectivamente. No obstante, los intereses de ambos países evitaron un enfrentamiento directo entre las dos potencias. Por ello, el desarrollo de aquel periodo estuvo marcado específicamente por el combate simbólico y retórico impulsado por los dirigentes de cada uno de los bloques en cuestión. De este modo, la propaganda cobrará un valor especial ya que será la principal arma de guerra para ambos países.
Como ocurriera en otros periodos de guerra, tal y como sucedió durante la II Guerra Mundial, el papel clave de esta publicidad política llevará a los beligerantes a utilizarla de modo sofisticado, lo que dio lugar a una diversificación de la misma en: propaganda negra, propaganda blanca y propaganda gris. Asimismo, el auge de los medios de comunicación de masas hará de esta técnica una herramienta realmente efectiva para la lucha. En ambos casos, tanto en el bando estadounidense como en el comunista, encontraremos ejemplos de la utilización de estos tipos de propaganda.
En el caso de los norteamericanos, la Voz de América, un claro ejemplo de propaganda blanca, operaba como estación oficial de radio del gobierno de los Estados Unidos. Gracias al control de este medio de comunicación, el ejecutivo podía emitir su discurso de manera que llegara al grueso de la población. Más tarde, el abuso de este canal será considerado por algunos críticos como una violación de la soberanía popular. El uso de la propaganda gris lo llevará a cabo especialmente fuera del territorio, sobre todo en la URSS y Europa del Este, donde se emitirán noticias y programas de entretenimiento en los que se insertarán mensajes correspondientes a la ideología estadounidense. Dichos contenidos serán emitidos por dos emisoras controladas por la CIA, Radio Free Europe y Radio Liberty.
Por lo que respecta a los recursos empleados por los soviéticos, estos pusieron en marcha unas estrategias muy similares a las de los estadounidenses. También los ideólogos comunistas hicieron uso de una estación oficial que transmitiera sus discursos oficiales, Radio Moscow. A su vez, utilizaron la propaganda gris en territorio norteamericano a través de las emisoras Radio Peace y Freedom. Pero los soviéticos, en el marco de su sistema estatalista, emplearon también la escuela como medio en el que desplegar su propaganda anti-americana. Se pretendía crear en los niños una mala imagen sobre el modo de vida estadounidense y hacer creer que la URSS era una potencia con muchos más recursos y riqueza.
Desde ambos sectores del conflicto se introdujo la llamada propaganda negra, sobre todo en periodos de crisis. En el caso occidental, el Reino Unido creó el Information Research Department, un departamento dependiente de la Oficina de Extranjería creado para contrarrestar la propaganda rusa.

Propaganda en los conflictos modernos
A la fecha el fenómeno de la propaganda se ha diversificado y tecnificado en un alto grado, al mismo tiempo que los medios de comunicación también se desarrollan. Después del 11-S el gobierno de George Walker Bush inició lo que denomina Guerra contra el terrorismo, comprendida como una Guerra de cuarta generación, donde se hizo uso de los medios masivos, especialmente de los medios televisivos; sin excluir la internet. La política de Bush se ha centrado en propagar el supuesto Choque de civilizaciones y la supuesta maldad intrínseca de lo que denomina Eje del mal y bajo dicha propaganda promovió y logró el respaldo popular necesario para invadir Iraq con el argumento de que Saddam Husein poseía armas de destrucción masiva y que apoyaba a la red Al Qaida. Posteriormente, ante la ausencia de pruebas que sustentasen tales afirmaciones, el gobierno de Bush cambió drásticamente de argumentaciones.
Recientemente Bush, en relación a Irán ha usado la denominación de fascismo islámico6 7 en una retórica tendiente a justificar un ataque contra Irán.
Debido al perfeccionamiento de las técnicas de propaganda, resulta difícil distinguir lo que es información de lo que es propaganda en el conflicto actual. Si bien los aliados de Bush cuentan con la capacidad de difundir su retórica por medios masivos globales en forma muy extensa, los grupos que son atacados mediáticamente y los que se oponen a las guerras se valen de los medios alternativos y de la internet principalmente, logrando supuestamente influir en la opinión del pueblo de EE.UU. y Europa8 Aunque técnicamente no sería propaganda lo que realizan los medios alternativos ya que la Internet no permite la difusión masiva y altamente emocional de un mensaje político, propagación que sí se puede realizar a través de la televisión, ello porque la tecnología de la internet aún no está desarrollada y masificada globalmente. Por otra parte, la estrategia de los medios alternativos es distinta, ya que se centran en ofrecer información detallada -que no se publica en los grandes medios- y la participación horizontal del espectador al poder publicar su opinión junto con la información alternativa, situación que contradice los principios de la propaganda.
Jean-Léon Beauvois ha creado el concepto de propaganda oscura (propagande glauque en francés) para definir los procesos de influencia inconscientes que tienen como objetivo crear un apriori positivo o negativo de determinado concepto. Ejemplos de ello serían la sonrisa el tono afable de un presentador de televisión a la hora de hablar de temas que desea valorizar, pero sin entrar nunca un verdadero debate de ideas (el proceso de construcción europea, el crecimiento económico, los "derechos humanos", etc.). Otro ejemplo podría ser la ausencia de héroes vinculados, por ejemplo, a ideologías comunistas o revolucionarias en las grandes películas comerciales. Según Beauvois, estos procesos son los más activos en la fábrica de las opiniones de base en las sociedades democráticas occidentales.
Éric Hazan ha seguido una metodología más heterodoxa en su estudio sobre las formas actuales de propaganda. Inspirándose de los análisis de Victor Klemperer respecto a la lengua del tercer reich, el editor francés ha estudiado las palabras, los giros y los procedimientos a través de los cuales la lengua pública actual acoge y transmite valores ideológicos sin pretender nunca hacerlo.
La propaganda puede utilizarse en contextos muy diferentes. Así, la propaganda religiosa ha sido muy difundida a lo largo de la historia, como cuando san Pablo ejerció el apostolado de la nueva religión y estableció las primeras iglesias cristianas en Asia Menor, Grecia e Italia. Algunos libros, incluso novelas, también han sido utilizados como vehículo para la propaganda. Entre las novelas famosas de propaganda literaria se encuentran Los viajes de Gulliver (1726) del escritor satírico y panfletista político Jonathan Swift, que atacó la vanidad e hipocresía de la política de su tiempo, o La cabaña del tío Tom (1852) de Harriet Beecher Stowe, que al describir la esclavitud en los estados sureños de Estados Unidos, contribuyó al desarrollo del movimiento abolicionista.


Conceptos importantes
a. Indoctrinación: pretenden poner a la gente, ya sea afiliada o no, dentro de su doctrina o idea. Ejemplo: 1983 – la importancia de vivir en democracia.
b. Agitación: acciones masificadas. Búsqueda del descontento social.
c. Integración: búsqueda de la unidad político – mística. Ejemplo: países de Islam.
d. Subversión: destrucción del adversario a toda costa utilizando medios ilícitos para lograrlo. Bombas, terrorismo, actos de violencia.



 Bibliografía
  • Beauvois, J.L. Tratado de la servidumbre liberal: análisis de la sumisión. Madrid: La Oveja Roja, 2008.
  • González Lobo, M.A. Curso de Publicidad. Madrid: Ed. Celeste, 1994.
  • Hazan, E. LQR: la propaganda de cada día. Madrid: La Oveja Roja, 2007.
  • Pizarroso Quintero, A. La Guerra Civil española, un hito en la historia de la propaganda. En: El Argonauta Español, nº 2, 2005. ISSN 1765-2901.
  • Qualter, T.H. Publicidad y democracia en la sociedad de masas. Barcelona: Ed. Paidós, 1994.
  • Romano, V. La intoxicación lingüística, Ed. El Viejo Topo, 2007. ISBN 978-84-96831-11-7.
  • Vázquez, S.; ALDEA, I.Estrategia y manipulación del lenguaje. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1991.
  • Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.